Siempre se nos ha dicho que trabajar dignifica a las personas. ¿Es así, verdaderamente? La pregunta admite tantas respuestas como formas de trabajar. La cuestión es saber si el trabajo nos aporta bienestar en nuestra vida. Para determinada gente, incluso, se puede tratar de términos antagónicos, porque ir a trabajar les supone un esfuerzo mayúsculo. En estos casos, hay que pasar a la acción. El trabajo no puede convertirse en una carga difícil de soportar. Nos quita un tercio de nuestro tiempo. Lo ideal sería trabajar en algo que nos llene por completo, pero como esto no siempre es posible, debemos poner de nuestra parte para hallar el bienestar.
La situación en estos momentos no está para echar cohetes en el ámbito laboral y la mayoría de la gente no tiene más remedio que conformarse con lo que tiene. ¿O no? Siempre se puede hacer algo. La sociedad está cambiando y con ella las formas de trabajar. Se ha podido comprobar con la pandemia. Hasta hace bien poco era necesario el contacto personal en las relaciones de negocios y, ahora, de repente nos hemos dado cuenta que existen herramientas que nos pueden ayudar en el quehacer diario. El teletrabajo, por ejemplo, parece que ha venido para quedarse. Las nuevas tecnologías están revolucionando la forma de entender el trabajo. La cuestión es si nos subimos al tren o nos quedamos en tierra. La decisión es personal.
LA VENTANA AL MUNDO
En los últimos tiempos están proliferando al abrigo de internet numerosas fórmulas que invitan a trabajar aprovechando la ventana al mundo que supone la red. Cada vez más gente se está labrando su presente y futuro gracias a las nuevas formas de comunicación. Hay casos en los que el éxito obtenido ha sido exponencial. Óscar Feito, Ángel Alegre o Pau Forner son, hoy en día, solo algunos líderes de este movimiento. Si algo tiene internet es que es democrático. Está al alcance de tod@s y tod@s tienen la opción de mostrar al mundo su habilidad. Porque, que nadie lo dude, cada persona tiene una habilidad que la hace especial. Un buen hábito en este terreno podría ser profundizar en aquello que se nos da especialmente bien.
Pero no se trata de limitar el trabajo a lo que ofrece internet. El contacto humano seguirá existiendo, incluso, ahora nos estamos dando cuenta de la importancia que tiene. La cercanía del personal sanitario es el mejor ejemplo. Nunca agradeceremos lo suficiente su dedicación durante este período. Más allá del momento actual, seguirán existiendo trabajos en los que la presencia humana será necesaria. Incluso, algunas tareas se están revalorizando, sobre todo en ciudades medianas y grandes, dónde cuesta encontrar un buen fontanero o un buen electricista, por poner solo algunos ejemplos.
El hecho de que algunos trabajos estén mejor vistos que otros ha influido en la reducción de la mano de obra artesanal. Pero todos son necesarios. Y si algo ha demostrado la pandemia es que cada cual desempeña un papel fundamental en su quehacer profesional. Una operación puede ser vital para el paciente, pero no por ello podemos quitar valor al servicio de limpieza que se encarga de dejar impoluto el quirófano. Tod@s nos necesitamos. Así que mostremos empatía por el oficio de nuestros semejantes. Un hábito en esta y en cualquier faceta de la vida es un simple “gracias”.
EL BIENESTAR LABORAL COMO HÁBITO
Dignifiquemos el trabajo, cualquier trabajo. Además, la vida que nos toca vivir ya no es como antaño, en que una persona trabajaba siempre en lo mismo. Ahora, la media de trabajos de una vida laboral normal va aumentando progresivamente con el paso de los años. Así que está en nuestras manos ir buscando aquella ocupación que nos llene. Solo unos pocos tienen la capacidad de vivir sin trabajar, pero, incluso, en esos casos, se necesita dedicar el tiempo a hacer algo. La mayoría de la gente necesita sentirse útil y, al mismo tiempo, realizada en su quehacer diario. El bienestar laboral no puede ser la meta sino más bien el hábito.