Bailar, reir, saltar, compartir. Pocas actividades hay tan recomendables para todo tipo de personas como bailar. El baile nos anima, nos divierte, nos hace disfrutar de nuestra música favorita y, además, es otra fuente de bienestar. Se trata de una acción que cada día realiza más gente, sobre todo de mediana edad. Rara es la ciudad que no cuenta con algún club o grupo de baile. Los beneficios son cuantiosos en todos los sentidos. Bailar permite conocer gente nueva y perder el miedo al ridículo. Además, es una buena manera de quemar calorías.
Pocas actividades hay tan completas como bailar. Además, existen muchas variedades de baile, por lo que es difícil aburrirse. Dejando a un lado la gente que se dedica en plan profesional o casi, lo mejor para iniciarse es apuntarse a clase de baile. Chachachá, merengue, salsa, bachata… cualquier especialidad es buena para iniciados. A partir de ahí, se trata de ir mejorando los movimientos y probar con otras modalidades (tango, bolero, zumba, dance) hasta encontrar la que más se adapte a cada persona o lo que más nos guste. Sea cual sea por la que se opte, la práctica habitual nos permitirá encontrarnos mejor. Son muchos los beneficios del baile, que, incluso, hasta mejora el humor habitual.
APTO PARA TODAS LAS EDADES
Además, se trata de una actividad apta para todas las edades. Y, encima, es asequible para cualquier bolsillo, a no ser que se opte por la versión competitiva, en la que la inversión en trajes y desplazamientos supone un buen pico. En cambio, para realizar baile social no hay que realizar ningún gasto importante, más allá del pago de las clases. Por tanto, no vale ningún tipo de excusa para introducirse en este mundillo.
Ahora puede ser un buen momento. La gente tiene ganas de salir y de hacer cosas que no ha podido realizar durante mucho tiempo. Con las debidas precauciones y siguiendo las recomendaciones de las autoridades sanitarias, el baile puede ser un buen método para liberar nuestra mente. Nadie debería quedarse en casa si tiene cerca la posibilidad de bailar. En muchas ciudades, por ejemplo, con la llegada del buen tiempo, se propicia bailar en espacios abiertos.
Puede ser que el primer paso cueste si bailar no ha sido una práctica habitual en nuestra vida, pero son tantos los beneficios que, con el tiempo, se agradece haberse decidido. Una vez creado el hábito, ya solo es cuestión de dejarse llevar. El baile es vida, emoción, conexión. Un manantial de satisfacciones que tenemos a nuestro alcance y no podemos desaprovechar. Y en el caso de que no nos guste, bailar nos permite conocer gente nueva y perder el miedo al ridículo. Salir, abrirse, tener ganas de vivir, reír… El bienestar llama a nuestra puerta.